La vida se me pasa, lo veo todos los días. Por doquier un millar de personas con las cabezas bajas, concentradas en una pantalla, esclavas.
Ya nadie se emociona por los pequeños milagros que suceden frente a sus narices, la vida se les pasa y con ello la mía también.
Sin embargo, aún tengo la esperanza de encontrar un par de ojos que sean capaces de mirar de frente, sin mentiras, unos labios que dejen de maldecir a diestra y siniestra, que sepan acariciar y tentar sin tocar, un corazón valiente.
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